jueves, 2 de abril de 2015

… pero contentos.

Los prebenjamines volvieron a lucir sus colores de gala.


Los balones aéreos resultaron letales
Las jugadas a balón parado y una ligera falta de tensión competitiva impidieron a los pequeños del Tyde conseguir el resultado que merecían en el campeonato de pascua de Gondomar. Frente a rivales de entidad, acostumbrados a lidiar en plazas más grandes, los tudenses notaron por primera vez esta temporada el peso de la responsabilidad y quizá también lo que se ha dado en llamar "miedo escénico". Sólo así puede explicarse alguna inocente derrota en la fase clasificatoria. Pese a tener un grupo de chavales muy conjuntado y una dirección técnica con versatilidad suficiente como para afrontar cualquier embite con solidez, esta vez ha pesado, sin duda, la falta de intensidad que proporciona un calendario competitivo.

Pequeño sí, enorme también.
A pesar de esos pequeños detalles, los jabatos del Baixo Miño no han desaprovechado la ocasión que les brindó esta competición para dejar bien claro a sus futuros rivales que en la ladera sur del Aloia se sigue destilando balompié a destajo. La calidad que atesoran y, sobre todo, todo el gran trabajo que hay detrás de este equipo, han provocado una evolución de carácter exponencial y los chavales saben, por fin, que jugar al fútbol no es simplemente patear una pelota. Ahora sólo les falta aprender que, a veces, los rivales también juegan y que, cuando eso sucede, no llega con ser buenos sino que además hay que dejarse la piel en el campo. Si los pequeños deslices de hoy sirven para aprender esto, bienvenidos sean. Y, siendo justos, también se debe reconocer que si la fortuna hubiese estado un poco más de su lado en los encuentros de clasificación quizá los cruces nos hubiesen deparado algún rival más asequible y el resultado hubiese sido otro. Pero la suerte es así, también hay que contar con que a veces se pone del lado del contrario. Otra lección que traemos aprendida de Gondomar.


Aunque sé que es injusto destacar a unos sobre otros, me van a permitir que en esta ocasión les revele una pequeña debilidad, fundamentalmente porque, por edad y tamaño, debería ser al que menos se le exigiese haber dado hoy la talla. Su cara tras la primera derrota era reveladora de que este chaval entiende que es lo que se trae entre los pies y su actitud, a partir de ese mismo momento, hubiese empequeñecido al propio Goliat. Dicen que las buenas fragancias se guardan en frascos pequeños, este diminuto mediocentro esconde en su interior el aroma a fútbol en estado puro. Gigante Alex, gigantísimo.

Iker comprueba que los tacos del contrario son reglamentarios.








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